He robado
LO ADMITO, HE SUCUMBIDO AL LATROCINIO La odisea inició en la encantadora ciudad de Tarragona. Me hallaba al timón de un modesto establecimiento donde, con el paso de los días, iba percibiendo matices de la existencia misma. Observaba las exigencias del colectivo y aprendía, cliente tras cliente, sobre los engranajes de la psique humana. Una serie de eventos condujeron a otros y, sin propósito alguno, absorbiendo conocimientos que se integraban a mi esencia y método laboral. Fue un día cualquiera, uno de esos en los que te despiertas con ansias de innovar y deseas que todo marche viento en popa....